El Plan de Recuperación, una estrella que no es fugaz

Política elegida

El Covid-19 ha marcado un antes y un después a nivel planetario. Para los terrícolas no es suficiente con enfrentarnos a una amenaza sanitaria constante con las nuevas variantes de este virus, también caminamos por una cuerda floja sin un colchón financiero que amortigüe la caída. Economía y recuperación, son las dos variables en el sistema de ecuaciones a las que cada país pretende hallar respuesta. En el caso de España, el método para dar solución a esas incógnitas es el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia.

El Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia bajo el lema "España puede" es un política pública a nivel nacional que se enfoca en la recuperación de la economía española, su modernización y la generación de empleo. Todo ello bajo un contexto social todavía en plena crisis pandémica y que ha hecho mella en la solvencia financiera de todos los hogares. Su financiación proviene del instrumento Next Generation EU aprobado por el Consejo Europeo el 21 de julio de 2020 para contrarrestar los efectos producidos por el Covid-19.

El Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia fue aprobado en Consejo de Ministros el 27 de abril de 2021 y posteriormente enviado a Bruselas para que el ejecutivo comunitario diera su visto bueno. Con un presupuesto de 69 500 millones de euros en transferencias directas, ampliables (en caso de ser necesario) hasta más de 140 000 en créditos, y un período de ejecución de los recursos hasta 2026, este proyecto se enarbola como el principal instrumento para el desarrollo de los fondos europeos de recuperación y supone el impulso económico de mayor magnitud llevado a cabo en España. Para alcanzar sus objetivos  es imprescindible la colaboración de todas las Administraciones públicas nacionales y europeas, de los agentes económicos y de la sociedad en general.

Análisis 

Se estructura en torno a cuatro ejes transversales que, desde el 2018, centran el marco estratégico de la política económica del Gobierno: transición ecológica, transformación digital, igualdad de género y cohesión social y territorial. Estas líneas directrices se proyectan a través de 10 políticas palancas que a su vez se concretan en 30 componentes. Cada componente tiene un objetivo definido e incluye las inversiones y reformas para alcanzar su consecución. Para todos ellos, se identifican los resultados esperados, el número de beneficiarios y el coste detallado de cada elemento.

Como la mayoría de las crisis y conflictos, la crisis sanitaria que comenzó en marzo de 2020 ha afectado de forma diferente a hombres y mujeres. El impacto económico y laboral ha acrecentado la brecha de género y las desigualdades a las que se enfrentan las mujeres. De ahí que una de las dimensiones del Plan de Recuperación vaya dirigida a minimizar estos efectos.

Destrucción de empleos en sectores con mayor presencia femenina y, por tanto, incremento del paro en este colectivo, mayor vulnerabilidad y violencia de género a causa del confinamiento obligado, los nuevos retos del trabajo a distancia y la conciliación familia-trabajo que ha agudizado el reparto desigual de las cargas de trabajo,  es lo que revelaría nuestra imagen si tirásemos una foto a la realidad actual.

Una España sin brecha de géneros se marca como objetivo del cuarto eje de esta política. Mediante medidas trasversales orientadas a elevar la tasa de empleo de las féminas, a mejorar, fortalecer y reorganizar el sistema de cuidados de larga duración, a elevar el potencial educativo, la igualdad de oportunidades y la brecha digital, el Gobierno se propone impulsar la participación paritaria de las mujeres en la economía y la sociedad, incrementar el apoyo al emprendimiento femenino, así como la promoción en puestos directivos. Rol, recurso y representación se conjugan de forma que esta política pública sirva de base y ejemplo a los futuros programas financiados por los recursos económicos del Plan de Resiliencia.

Impacto

Al ser un plan muy reciente el impacto ahora mismo es más bien una previsión de acuerdo al cumplimiento de los objetivos trazados. Desde un punto de vista general, basta con analizar los objetivos propuestos para una transformación en el país: impulso de la industria, cambios tecnológicos en pos de la modernización, convertir a España en una potencia generadora de energía renovable, corregir desequilibrios territoriales, etc.

Enfocándolo en una perspectiva más específica, España se sitúa como uno de los países más igualitarios a nivel social, es por ello que el impacto que tendrá esta política en la igualdad de género será significativo. Hay una ventana de oportunidades que surge con la recepción de estos fondos europeos para la realización de reformas y otras políticas en beneficio de las mujeres. Por ejemplo, programas dirigidos al apoyo de las mujeres en el ámbito rural, a disminuir la tasa de paro, programas de formación e inserción con compromiso de contratación específicamente para aquellas mujeres víctimas de género o de trata de explotación sexual.

Fortalezas y debilidades

El punto de partida, y a mi consideración es algo que dota de fortaleza a este plan, es su análisis crítico de los principales hándicaps de la economía española. Cuando eres consciente de los problemas que obstaculizan el desarrollo, las medidas dirigidas a dar solución serán más eficaces.

Dos de las características que definen este plan en comparación con los de otros países son la coherencia y el equilibrio ya que es un plan con un total de 212 medidas en las que hay 102 reformas y 110 inversiones, es un plan muy equilibrado en el que medidas y reformas van de la mano, y se retroalimentan para lograr un objetivo común a corto y largo plazo que es la recuperación y transformación de España.

En cuanto a las debilidades señalar que el dinero  es un volumen muy grande para gestionar por una administración como la nuestra. Históricamente España ha demostrado su mala gestión con los fondos del presupuesto de la UE, dejando la incógnita del buen uso que se haga del dinero inyectado. Por otra parte, y tal como ha quedado reflejado en esta pandemia, el sector sanitario ha desempeñado un papel fundamental, sin embargo una inversión que mejore la calidad de sus servicios y lo refuerce ante un futuro pandémico impredecible brilla por su ausencia.