Llevo buscándote desde que tenía 10 años
porque me enseñaron que por ser MARICÓN te había perdido
ahora tengo 31 y preguntar por ti ya no es extraño
porque hay más como yo que te perdieron, incluso sin haber nacido.
Y hago oídos sordos cuando otros hablan
y disfrazo el dedo inquisidor cuando me señalan
y escondo el gesto afectivo que me delata
deseando un corazón para esos cuerpos de hojalata.
Y a veces siento tu cercanía en un amago
porque tu espíritu es humilde y no anuncias tu llegada
y sé que hago todo lo que hago
porque mi deseo de encontrarte no es una muerte anunciada.
Y es que eres necesidad en mi libertad
eres lógica en mi pensamiento
sin ti soy cantidad no calidad
sin ti soy materia y no movimiento.
Y es por ello que exijo el conocimiento del dónde
y sufro la imprecisión del cuándo
y cuestiono la sapiencia del por qué
y espero la magnitud del cuánto.
Y reto al tiempo a un duelo
con tal de poner fin a mi impaciencia
matarlo es mi único consuelo
si he de sufrir tu sempiterna ausencia.
Y temo, y lloro y añoro
y la locura del deseo es mi cordura
y a los dioses del Olimpo imploro
que bendigan con su espada mi aventura.
Y cuando te encuentre
¿sabrás que te he estado buscando?
Y cuando te mire
¿sabré que era a mi a quien estabas esperando?
Y cuando te hable
¿entenderás por qué he tardado tanto?
Y cuando diga tu nombre
¿me despertaré?
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